viernes, 28 de mayo de 2010

RESUMEN AUDIENCIAS. 19-05-10

JUICIO CONTRA EL REPRESOR GREGORIO MOLINA

TESTIMONIO RODOLFO NESTOR FACIO

En el marco del juicio al represor Gregorio Rafael Molina por delitos de lesa humanidad que tiene lugar en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, declaró Rodolfo Néstor Facio quien narró sus días de secuestro en el centro clandestino “La Cueva”. Por su parte, Luis Rafaghelli no concurrió a declarar por razones laborales.
Facio relató que lo secuestraron de su domicilio el día 12 de abril de 1977, a las 2:10 hs AM, pero que hubo otro operativo a la 1 de la mañana y se llevaron al primo de su esposa, Alberto Llansen, a quien liberaron a las pocas horas. A los 10 minutos, nuevamente se presentó el mismo grupo de uniformados y se llevaron a su cuñado Rubén Darío Rodríguez, quien permanece desaparecido. En varias oportunidades manifestó que “se presentaba a declarar sólo por su cuñado y no por él”. Manifestó que su cuñado era una persona honesta, muy querida por todos, muy trabajador y que no se merecía lo que le ocurrió. También contó que solía ir a la peña de los hermanos López, en Catamarca y San Lorenzo, a tocar la guitarra y luego se volvía en bicicleta a su casa. También recordó que jugaban al fútbol en el barrio los fines de semana.
Luego continuó el relato sobre su secuestro y aclaró que lo encapucharon, le ataron las manos hacia atrás y lo metieron en el baúl de un Chevy blanco, que luego vio muchas veces estacionada en la puerta del GADA 601. Además del Chevy había tres autos y dos Ford verdes. Cuando entraron en su domicilio estaba presente su señora, quien se encontraba embarazada y sus dos hijas, que en ese momento eran muy pequeñas. Ambas estaban durmiendo y uno de ellos le apuntó en la cabeza a una de sus hijas amenazándolo “si no se calla la mato”. Durante muchos años sus hijas sufrieron trastornos psicológicos y sentían terror cada vez que veían un uniformado.
Facio contó que debido a que trabajó durante algún tiempo embarcándose, tiene mucho sentido de la orientación, por eso pudo reconocer el recorrido a pesar de ir en el baúl de un automóvil. Detalló que primero lo llevaron a la Comisaría IV, luego tomaron por Gascón y lo trasladaron al Destacamento Jorge Newbery. Hubo un momento en el que se desorientó porque en la rotonda dieron dos vueltas, pero luego por el ruido de los aviones y los silbatos de la canchita de judiciales supo que estaba en lo que después se enteraría que llamaban “La Cueva”. Allí estuvo con su cuñado Rubén Rodríguez, con Roberto Allamanda, a quien conocía porque trabajaban juntos. En una oportunidad en la que lo llevaron al baño se encontró con Ramón Fleitas, éste se acerco y lo reconoció porque jugaban juntos al fútbol, en la canchita del barrio. En esa oportunidad, Fleitas le dijo “no te preocupes Negro, a vos te pusieron a disposición del PEN”. Facio dijo que él no sabía que era eso. Fleitas también le dijo: “si te mojas la cabeza no te torturan”.En el sótano estuvo con nueve personas más, pero que sólo reconoció a las tres que mencionó previamente.
Facio permaneció secuestrado durante 23 días, fue sometido todas las noches a tortura “con máquina”, y durante el día venían a cada rato y los goleaban con patadas, palos y golpes en todas partes del cuerpo. Todo el tiempo estaban contra una pared y a su izquierda había un clavo que él tomo como su punto de referencia. También dijo que les hacían un círculo, cree que con tiza, y que si s movían del circulo los golpeaban nuevamente. Una vez, luego de una de esas golpiza se quedó dormido, se acercó uno de ellos y le pegó una patada en los riñones. Recordó que se orinó. También dijo que “al que mas le daban era a Roberto Allamanda y a su cuñado”.
Pudo describir el lugar con detalles dado su conocimiento de los materiales, texturas, medidas etc. Contó que se encontraban a 5 pasos del baño y a 7 pasos del lugar de tortura. Luego de las torturas los conducían al sótano nuevamente con las manos atadas a su espalda y la capucha, siempre los bajaban a empujones y patadas por las escaleras. Otras de las formas de tortura psicológica era cuando entraban y decían “muchachos acá hay muchos”. Los prisioneros escuchaban que cargaban el arma y disparaban, pero no sentía a nadie quejarse y luego constataba que seguían siendo nueve. Cuando le preguntaron si había mujeres en el lugar dijo que supo que había una porque la escuchaba hablar más arriba. También supo que estaba embarazada y que la trataban bien. También le preguntaron si pudo reconocer a alguno de los represores pero dijo que no, sólo a la persona que dirigió el procedimiento cuando lo llevaron de su domicilio y luego entre los que lo torturaban por la voz. Describió que era una persona más baja que él con una voz particular y cuyo acento era propio de las provincias del norte de nuestro país. Recordó que era la misma persona que al llegar a “La Cueva” le dijo “llegaste hasta acá y no sabes si vas a salir”. También aclaró que siempre eran los mismos los que lo llevaron, los que lo torturaban y los que lo interrogaban. Cuando lo liberaron llegó esa misma persona, petiza y con una voz particular, que le dijo “Andá y bañate que te vamos a largar”. Facio le preguntó si podía avisarle su cuñado que iba a ser liberado pero no lo dejó y le dijo que tal vez cuando llegara a su casa su cuñado estaría esperándolo y podrían festejar juntos. Pero su cuñado Rubén Rodríguez permanece desaparecido, al igual que Roberto Allamanda.
Para liberarlo lo llevaron del mismo modo en el que lo habían traído: encapuchado, manos atadas atrás y en el baúl del mismo Chevy. Lo dejaron en el fondo de la canchita del Nación, caminó unos 150 metros y apareció debajo de un foco de luz y con los zapatos en la mano, pero hasta el día de hoy no recuerda nada de ese breve trayecto.
Cuando le preguntaron si había vuelto en otras oportunidades al lugar, respondió que en dos: una cuando vino una comisión y un diputado; y en otra oportunidad cuando fue a trabajar por un arreglo de techos. Aclaró que sólo aguantó algunos días, que no lo podía resistir, pero que pudo reconocer perfectamente el lugar.
El Dr. Sivo, abogado de la querella le pregunto a Facio por José Sosa, a lo que contestó que había sido su íntimo amigo, casi como un hermano. Pero aclaró que era colaborador del Ejército, que hizo la inteligencia en su casa y que lo mandó a secuestrar. También dijo que era civil y trabajaba en la construcción.
Sobre el final de la audiencia se produjo un hecho llamativo. Rodolfo Facio, en reiteradas oportunidades, expresó que durante su cautiverio un militar de baja altura le gritaba y lo golpeaba. A raíz de esas declaraciones la fiscalía pidió que Facio y Molina se paren uno al lado del otro. Facio, rápidamente, expresó que aceptaba hacerlo pero la defensa de Gregorio Rafael Molina se negó.

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